El método mnemotécnico del Sr. Heisig

Hace tiempo que tengo este libro, Kanjis para recordar, de James W. Heisig (gracias Marc Bernabe y Verónica Calafell por la adaptación a español). Ya leí todos los «cuentos» una vez e incluso ya hay muchos kanjis que ya conozco. Sin embargo, estaba aprendiendo los kanjis un poco a mi bola, sin aplicar la metodología de la memoria imaginativa, buscando cuentos aislados para los kanjis que me gustan o que encuentro por casualidad.

Pues bien, hace ya algunas semanas que he comenzado el libro de nuevo, aplicando estrictamente la metodología, haciendo dibujitos en la whiteboard y haciendo las tarjetitas de repaso. Solo la idea de que voy a tener 2000 tarjetitas de papel, de las 56 lecciones, en unas 6 hojas con bolsillitos es un poco abrumadora y mucho mas impactante cuando solo has rellenado 3 bolsillitos.

Ya he decidido que , aunque esto de saberse los kanjis japoneses no me servirá de nada en mi situación social y laboral actual, es uno de mis objetivos personales. Además de ser una actividad muy agradable que si dispongo de una hora libre y tengo que elegir entre poner en marcha la tele o sentarme en la mesa a estudiar kanjis, bueno, a veces elijo la tele, pero recientemente estoy desarrollando mis músculos proactivos y despliego sobre la mesa el KanjiPack!

Whiteboard+tarjetitas+hojas+libro+diccionario

El KanjiPack es, el diccionario electrónico, el libro con un lápiz para ¡escribir en él!, una whiteboard con su rotulador y su trapito, la carpeta con las hojas en blanco (que recorto a mano en 32avillas cuando necesito más tarjetitas) y las hojas de bolsillitos, un boli negro grueso y un atril plegable que debía ser de cuando mi padre estudiaba la carrera de Ingeniero Técnico Industrial. Con todo ese despliege, pongo el libro en el atril por el punto que corresponda, cojo una tarjetita en blanco, en una cara escribo la keyword para ese kanji. Leo el cuento que viene en el libro (a partir de la lección 9 aprox. ya vienen sin cuentos) y lo dejo dar vueltas en mi cabeza, lo dibujo en la whiteboard, escribo el kanji algunas veces y luego escribo en la tarjeta, en la otra cara, el cuento y el kanji. Pongo la tarjeta en el montoncito de la lección actual y continúo con la siguiente.

Los japoneses y profesores de japonés tradicionales van a decir que este método no vale, que los kanjis se tienen que aprender por orden de simple a complicado (en el libro vienen en el orden que va bien para ir «montando» los kanjis con los componentes conocidos), que hay que recordarlos a base de escribirlos muchas veces cada uno pero el que se está currando las tarjetitas soy YO y me aprendo los kanjis como me venga en gana. Y lo que me viene en gana ahora mismo es aplicar este método.

Tengo en mente el siguiente paso, cuando termine con los 2000, y el siguiente, cuando recuerde las pronunciaciones de cada uno, y el siguiente, cuando sepa sus traducciones, y el siguiente, cuando sepa juntarlos para hacer palabras complejas, y el siguiente, cuando los utilice junto con la gramática, para finalmente poder leer japonés.